viernes, 3 de febrero de 2012

Encuentro tu raíz

Mis planes estaban dibujados, estaba apunto de marcarlos mejor aún de lo que estaban al principio, pero siempre me quedaba algo por repasar, algún paso básico y fundamental se me olvidaba. Algo que posiblemente en mis planes entraba pero en mis pensamientos ni si quiera me lo imaginaba.
Llegó el lunes, un comienzo bastante fuerte para mi gusto, aunque terminó lleno de lagrimas de felicidad y saltos de alegría.
El martes fue similar al lunes, pero sin lagrimas ni felicidad y ya me sentía un tanto extraña, me enteraba de una pequeña sorpresa y creía sentir dudas, pero las ignoraba con cautela.
Al día siguiente muy entusiasmada, llega la hora de irse a mi destino, aquella invitación que acepté enseguida, no podía rechazar aquella oportunidad, después de dos meses de infelicidad sin apenas comunicarme con él.
Él recapacitó y yo a su vez le pedí que no se disculpara, a modo de que no se sintiera tan culpable, ya que los errores son solo errores y son los pasos para el aprendizaje a lo largo en nuestra vida: nos enseñan o puede que nos hagan volver atrás para tropezarnos otra vez.
Por el camino mi corazón iba cambiando de ritmo según llegara. Sentía mi corazón apunto de estallar en cualquier momento, bajé las escaleras y sentí miedo, muchísimo miedo de que algo malo ocurriera, pero detrás del terror había una sonrisa de emoción y felicidad. Llamé al portero y dije su nombre, abrió y subí los dos primeros pisos hasta llegar al tercero. Abrí la puerta cuidadosamente miré al frente, después a la derecha y allí estaba él...y con su dulce voz me llamó y con mi sonrisa de emoción al verle, se me quitaron todos mis temores. Me abrazó profundamente y me beso en la cabeza con mucho amor, después me volvió a abrazar de nuevo, esta vez dándome un beso en la mejilla, dulcemente.
Nuestra conversación comenzó a los pocos minutos de nuestro saludo. Se percibía algo de timidez en nuestra mirada perdida al suelo pero ya se oían ligeras risas entre nosotros. Él estaba tumbado en su cama, supongo que estaría bastante agotado y decidió tumbarse mientras charlábamos, pero yo aún permanecía con mi chaqueta negra bien atada pero finalmente, por comodidad supongo que me la acabé quitando. Después de reírnos un rato, me invitó a tumbarme con el, en ese momento me sentía bastante incomoda y no sabía como reaccionar, así que simplemente no reaccioné. Respondí a sus ordenes como si fuera habitual y el continuaba dándome besos en la mejilla y no paraba de abrazarme cariñosamente. Empezaba a sospechar sus intenciones, comencé a pellizcarme y arañarme para despertar de mi sueño, pero no podía, me había quedado atrapada en la bella oscuridad misma. Cada vez estaba más y más cerca, tenía el impulso de continuar. Mientras meditaba cual era el camino que tomaría en aquel momento, sin darme cuenta ya era demasiado tarde, pero ya no quería despertar, y en ese mismo instante me desperté. Sentía mi corazón vivo y con un ritmo cardíaco anormal, pero había algo que me molestaba aún más. Mis delicados brazos estaban llenos de arañazos y no dejaban de sangrar, en ese momento recordé que intente despertarme arañándome y así fue, esta vez me dolían más que cuando estaba soñando.
Siempre encuentro algo escondido pero que sin darme cuenta me rodea. Siempre encuentro tu raíz.

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